25.8.10

Incitación a... la paz era esto


Pues aquí me tenéis, junto a Lunita a 1800 metros de altitud en pleno Pirineo francés después de haber cargado con ella en brazos durante una excursión por trochas, senderos y caminos de montaña. Al final del camino esperaba un laguito de éstos que forman las aguas de deshielo de la nieve de la que aún se vislumbra algún rastro en el paisaje a mi espalda en pleno agosto. Es uno de los momentos estelares de unas vacaciones que han sido plenas en todos los aspectos: por la variedad, por el reencuentro con la familia, por los empachos gastronómicos (mención especial aquí a la gastronomía galaica en cuyas artes me han introducido mis padres), por los paisajes, por las excursiones de montaña como la de la imagen, de las que te llevas un imborrable recuerdo (si sobrevives al esfuerzo de subir y bajar montañas cargando con Lunita) por el reencuentro con amigos de esos de verdad que tan pocas ocasiones tengo de ver, y por haber podido disfrutar 24 horas al día de mis dos enanas preferidas. No era tan complicado al final: la paz era esto...

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