30.7.10

Incitación a... la mejor muerte

Un día, no recuerdo cómo ni por qué motivo, hablando con Pily, salió el tema de cómo me gustaría morir y me acordé del final de Big Fish, de Tim Burton. Burton hace vivir a su protagonista una última aventura en el momento de su muerte. En brazos de su hijo, acude a dar un último y alegre y vital paseo por su vida. Se reencuentra con todos sus amigos, que le saludan de nuevo, no tristes por la marcha, sino felices por el reencuentro, hasta que se sumerge en el lago para emprender el viaje, o la transformación en este caso. Ojalá pudiera ser así ¿verdad? Big Fish es una gran película que no podéis perderos si aún no la habéis visto, no sólo por su final, sino porque es un cuento maravilloso que nos anima a vivir la vida con plenitud, sin miedos. Cuando la bruja revela a Edward Bloom cuando era un niño cómo morirá, él deja de temer a la muerte, porque sabe cuál es su final y sabe siempre que su momento no ha llegado. Ya sois mayorcitos, así que no deberíais necesitar ninguna bruja para aprender a disfrutar de la vida. No os empeñéis en ser infelices y apostad por cumplir vuestros sueños antes de que sea tarde.

29.7.10

Incitación a... una historia más

Revisando aquéllas viejas fotos me encontré con ésta.Como podéis ver está sacada desde muy lejos, desde más lejos de lo que parece porque mi compañero, el fotógrafo Curro Viera, utilizó un teleobjetivo porque no se atrevía a acercarse más: "Tío, creía que eras un drogadicto" se justificó después. Casi ni se me vé, a la derecha, junto al árbol. Esta imagen cuenta una historia más de esas con que me cruzaba a diario por aquellos días. Este viejo autobús desvencijado estaba en un solar cerca de Establiments. Allí murió una fría noche de invierno una anciana que no tenía otro sitio mejor para pasar los últimos días de su vida. En el autobús también vivía otro 'sin techo'. Un hombre de unos 50 años, todo dignidad y nobleza, que me dejó una foto de carnet de la anciana, pidiéndome que no se la perdiera. Por supuesto, unos días después se la devolví. Le volví a ver en el funeral de su amiga. El cura Santandreu, paladín de los desfavorecidos, homosexual e independentista, todo junto, se encargó de la sencilla ceremonia en Can Gazà, otro refugio de desheredados. Todos los asistentes, no recuerdo más de 15 personas, vivían en la calle. Al final de la ceremonia, el amigo de la anciana tomó la palabra. Lo único que quería era pedir a sus compañeros que estuvieran atentos en la calle por si veían a un chaval que había desaparecido aquéllos días, Miquel Angel Valls, porque el padre le había pedido ayuda. Recuerdo cómo decía aquéllo, con auténtico pesar y preocupación y aún me conmuevo de que, dada la triste situación de su vida, todavía le quedara corazón para eso. El padre de Miquel Angel Valls no estaba ese día allí. No le pudo escuchar. Unos días después fui a visitarle a su casa y quise que supiera lo que había hecho aquel hombre en el funeral. Lloró... Diez años después sigue sin saberse nada de su hijo que salió de su casa dejándose un disco del grupo Els Pets puesto en el tocadiscos, sin dinero y sin ni siquiera el DNI, pero esa es otra historia...

Incitación a... ¿la nostalgia?

¿Por qué mierdas debería yo echar de menos aquellos tiempos en los que subía y bajaba como un loco por la vida intentando enterarme, yo solo, de cualquier mínimo incidente que pudiera pasar en Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, para llenar mi página de cada día. Pues porque fueron buenos tiempos, porque conocí muy buena gente, lo mejor que he encontrado en la Isla, y porque viví las mejores aventuras que me ha dado esta profesión. Lo mejor del periodismo de sucesos es que es un periodismo de calle, a ras de suelo, más bien, de vida y muerte, que te lleva a descubrir lo mejor y lo peor del ser humano de una manera radical e instantánea. Allí me encontré con historias humanas increíbles, tanto trágicas como maravillosas, aunque estas últimas eran más difíciles de publicar... El otro día me dio nostalgia de aquello, no sé por qué, y le pedí a mi madre unas copias de unas fotografías que le envié sobre mis aventurillas de esos ya lejanos días. Aquí os dejo testimonio del primer día 'grande': 1997, triple asesinato en es Pil·larí. Un crimen que, al menos oficialmente, está aún sin resolver. Yo y el resto de periodistas vemos salir del chalet del crimen el furgón funerario con los cadáveres de Manfred Meisel, su hijo de 8 años y su asistenta, Claudia Leisten.

2.7.10

Incitación a... el nuevo periodismo (llámalo así)

¿Qué era? ¿Qué es? ¿Qué ha de ser? Retorno al blog tras una temporada en el infierno. Como el amigo Rimbaud, pero menos ... ya me gustaría.

Bueno, nadie se puede resistir a la historia del periodista Pinocho. Tommaso Debenedetti es un italiano que pasó años inventándose entrevistas con personajes de primer orden: el Dalai Lama, Mijail Gorbachov, Joseph Ratzinger y mindundis de este tipo. No cambiaba unas palabras, no se inventaba alguna frase atractiva en una entrevista real anodina, no buscaba un buen titular. Directamente se inventaba toda la entrevista con un personaje con el que nunca había hablado.

Me enteré de la historia por esta entrevista en el diario El País con el significativo título de "Me gusta ser el campeón italiano de la mentira". Leed, leed y alucinad. Se trata sin duda de un personaje preclaro donde los haya. ¿Qué mejor manera de luchar contra los mezquinos sueldos que dan en esta profesión por cualquier trabajo "free lance"? Sólo hay dos opciones: aumentar ingresos o disminuir gastos. La crisis económica actual deja patente que la única posibilidad es reducir los gastos y qué mejor manera que evitando los viajes, llamadas telefónicas y otros dispendios que supone no ya hacer, sino conseguir una entrevista con un personaje de calado. Buscó su mercado: los diarios pequeños de provincias, que pagaban poco, "30 euros o a veces nada"  según comenta él mismo en la entrevista, y no se molestaban en contrastar fuentes ni andaban con remilgos para aceptar las explosivas entrevistas que Debenedetti les ofrecía a precio de saldo. "La falsificación y el sectarismo son los elementos básicos de la prensa italiana", dice el autor, ¿sólo de la italiana? añado yo.